
Hoy es el día Mundial de la Radio y mañana San Valentín.
Con respecto a lo primero, quería recordar, por si alguien no cree en los milagros, esta historia. En la carrera de periodismo fui la única de 300 alumnos que suspendió las prácticas de Información radiofónica. Debía ser yo tan mala que la profesora me adjudicó, en los boletines de noticias, la información meteorológica. Y ¿cómo puede suspender alguien a quien solo se le deja redactar el parte meteorológico? Eso me preguntó yo también. Pero lo cierto es que terminé yendo a examinarme un 15 de agosto. Aprobé con un 5. Desde entonces, la radio había sido territorio vetado para mí. Pero desde el pasado septiembre, en uno de esos giros del destino, todos los viernes estoy en la radio. Y en directo. Invariablemente, mi madre me escucha y al terminar el programa me manda todos los emoticonos del teléfono: el corazón, los aplausos, la cara con estrellas. Entonces yo la llamo “¿seguro que no he hecho el ridículo?”. La sombra del parte meteorológico es alargada, supongo. Pero qué bonito enamorarse de la radio, así, ya de mayor. Pensar en las infinitas posibilidades de una voz que te acompaña. La vida siempre te reserva esas sorpresas. Y está bien que así sea.
*
Con respecto a San Valentín, estos versos un poco cursilones pero ciertos de Luis Alberto de Cuenca: “Viajar a Marte, o al cuarto de la plancha. Pero contigo”. Pensar, también, en las infinitas posibilidades de esa palabra, contigo, sobre todo cuando se dice de verdad, con todas las implicaciones y matices que contiene.